La Hija de los Sagrados Corazones entregada a la asistencia de los enfermos y ancianos, cumple esta misión eclesial con espíritu de amor del Corazón de Cristo que se presenta misteriosamente en las personas que sufren, para ofrecerles alivio, consuelo, esperanza y para estimular más eficazmente la caridad de quienes se dedican a ellos.
Cercana a quien sufre, la Hija de los Sagrados Corazones, quiere ser viva expresión evangélica de un amor paciente, diligente y matero, mirando, sobre todo, en cada servicio, el bien espiritual de sus asistidos.
PERSONAL ENFERMERÍSTICO SEGÚN SAN GIOVANNI FARINA
- Enfermeras, no se cansen de curar las llagas del cuerpo y con esto impriman, en lo posible, sentimientos morales y religiosos, tratando de resaltar el amor a la virtud, alejando, si está en sus manos, los peligros que conlleva el espíritu del mal.
- Ante las quejas y lamentaciones de los enfermos respondan con las caricias, el amor, la alegría, conservando siempre una actitud digna e inalterable.
- Deberán tener gran caridad y mucha paciencia. No rehusarán ningún servicio, aún el más bajo. Si la enfermedad es contagiosa, no abandonarán jamás a los enfermos. Cuando las circunstancias lo permitan, deben dar consejos para el alma. Si la enfermedad es gravísima, no dejarán nunca solo ni por un instante, al enfermo.
- Ustedes, cuidando el bienestar del cuerpo, se preocupan, también, del bien del alma. He aquí, los pobres enfermos yacen en el lecho del dolor, esperando que ustedes les atiendan.